Celebramos hoy la fiesta de Mª Antonia París, nuestra fundadora. Fiesta grande y motivo de alegría para todas las Misioneras Claretianas, y para quienes comparten con nosotras espíritu y carisma.
Hoy queremos resaltar en ella el que sea mujer de Palabra y de palabra. Decía que entendía tan bien el Evangelio, que parecía que se imprimía en su alma... Y es que ella tenía experiencia en conformar su vida con la Palabra y en dejar que la Palabra la conformase. La respuesta a los males que tantos sufren y afectan al mundo, a la Iglesia, a nosotras mismas... está en seguir a Jesús como Él quiere que lo hagamos, siendo copias vivas de Él; en vivir con radicalidad su Palabra, el Evangelio, en la práctica... ¡Eso es ser mujer de palabra! París nos da buen ejemplo de ello... Basta con asomarse un poco a su vida para descubrir que ni distancias, ni incomprensión, ni soledad... la impidió llevar a término lo que Dios quería de ella.
Y ahora es nuestro momento! el de continuar lo que ella empezó. Para que su carisma siga siendo novedad, siga siendo actualizado, hecho vida... ¡para que juntos lo llevemos hacia el futuro!
Es posible, y ella nos da el secreto:
orar con Cristo...
beber con Cristo...
viajar con Cristo...
sufrir con Cristo...
¡para vivir con Cristo!
¡FELIZ DÍA DE Mª ANTONIA PARÍS A TODOS!
ESPECIALMENTE A CADA MISIONERA CLARETIANA.
HAGÁMOSLO VIDA EN LA PRÁCTICA. ¡SEAMOS GENTE DE PALABRA!
La idea de celebrarlo de esta manera nos la dio ni más ni menos que el mismo Papa Francisco; en su Carta apostólica a todos los consagrados decía lo siguiente: "El año de la Vida Consagrada no solo afecta a las personas consagradas sino a toda la Iglesia. Me dirijo, pues, a todo el pueblo cristiano para que tome conciencia, cada vez más, del don de tantos consagrados y consagradas, herederos de grandes santos que han fraguado la historia del cristianismo (...) Invito, por tanto, a todas las comunidades cristianas a vivir este Año, ante todo, dando gracias al Señor y haciendo memoria reconocida de los dones recibidos, y que todavía recibimos, a través de la santidad de los fundadores y fundadoras, y de la fidelidad de tantos consagrados al propio carisma. Invito a todos a unirse en torno a las personas consagradas, a alegrarse con ellas..."
¡Y así quisimos hacerlo! Y nos sentimos muy agradecidas por lo vivido y compartido, porque juntos pudimos agradecer el don de Mª Antonia París en la Iglesia, porque recordamos sus palabras, porque nos acerca a la Palabra, e incluso nos inspira para poner UN LEMA A NUESTRA VIDA... personal, que Dios pone en cada uno, para que no quede en nosotros y se comparta. Sobre ese lema reflexionamos en la sencilla oración que tuvimos, y después todos le escribimos en el mantel de la mesa que también compartimos. ¡Todo bueno! Gracias porque nos sentimos 
