miércoles, 1 de julio de 2015

Profesión de María García

Las grandes alegrías resuenan con el paso de los días, y yo aún sigo saboreando el gozo de profesar en la congregación el pasado 28 de junio en Madrid; comencé mi camino de consagrada el mismo día que celebramos otro precioso principio, el del nacimiento de María Antonia París.


Profesar como Religiosa de María Inmaculada Misionera Claretiana es mi respuesta a un Amor que a lo largo de mi vida se ha ido haciendo presente como Palabra alentadora: "no temas. Yo estoy contigo, yo estoy a tu lado, yo estoy de tu lado..." (Is 43, 1-7); como invitación a ponerme en pie para seguirle: "contigo hablo... ¡Levántate!"; pero sobre todo como Amor que ama primero y que se entrega primero. A este Amor es al que yo también quiero entregar mi vida, viviendo como Él vivió, amando como Él amó... Buscando en todo parecerme a Él.


Vivo esta entrega consciente de mi fragilidad, porque el tesoro lo llevamos en vasijas de barro. Pero también con la confianza puesta en que Él siempre estará a mi lado sosteniéndome, como hasta ahora.





Y creo que la celebración de mi profesión fue expresión de todo ello. Ya la tarde anterior, el sábado 27, tuvimos una Vigilia de oración en la parroquia de la Aurora y Santo Ángel para dar gracias por la vocación recibida, por la llamada a la vida, por nuestros nombres, que están escritos en su libro... Renovamos también las promesas bautismales y recibimos unos de otros la señal de la cruz, como "marca" suya, señal de que somos bendecidos con Él y por Él. Una buena forma de recordar, agradecer y ponerme en sus manos

Finalmente, el domingo, celebramos mi Primera Profesión, mi compromiso a seguir las pisadas de Cristo, mi Bien, en la pobreza, desde el espíritu de las Bienaventuranzas; mi opción por imitar a Jesucristo que se hizo obediente hasta la muerte en la cruz; y mi dedicación por entero al servicio de Dios y de los hermanos... ¡Vivir cada día unida a Él!



En la celebración nos acompañaron hermanas de distintas comunidades, familia, amigos, compañeros, familia claretiana, parroquias en las que colaboramos, religiosos y religiosas de otras congregaciones... Todos ellos testigos de mi vocación y compañeros de camino. Qué menos que acabar compartiendo también mesa ¡e incluso terminar bailando jotas segovianas con dulzaina y tamboril! Todo muy bueno...


Doy gracias a Dios de todo corazón por la vocación que he recibido: ser Misionera Claretiana. Agradezco todo lo vivido, especialmente a las hermanas que me han acompañado, a mi comunidad de Noviciado Europeo... Pero sobre todo agradezco el camino y el futuro que como claretiana me espera: llevar su Palabra en los labios y en el corazón, ser una familia para que el mundo crea y dejar que Él siga actuando en mí y por mí.

Cuento con que me sigáis acompañando y con vuestra oración. Recordarme siempre, también cuando me despiste, quién es Aquel a quien sigo y que lo mío es ser copia viva suya.

María García, rmi








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