¿No os ha pasado a veces que cuando tenéis un “títere” en la cabeza parece que todo lo que os pasa en cualquier momento os lo recuerda, os remite a ello…? Parece que brota así la solución a un problema, se nos recuerda y multiplica una alegría recibida, nos encontramos varias veces con alguien a quien no veíamos y que teníamos ganas de ver… es como una pequeña o grande obsesión que tenemos y que nos sale al camino una y otra vez… pues creo que algo así pasa también con la búsqueda de Dios, con cualquier otra búsqueda… si perseguimos un sueño con tesón, tarde o temprano se realizará. Si buscamos a Dios de verdad es como si todo nos remitiera a Él y pudiéramos encontrarle en cualquier momento.
Algunos días de la semana nos hemos comprometido como comunidad a ayudar en el comedor social que gestionan las Siervas de Jesús, en nuestro barrio de Vallecas. Hoy iba yo con el “títere” en la cabeza de esa frase del Evangelio que hemos leído en la Eucaristía: “El Reino de Dios está dentro de vosotros”. Es decir: Dios reinando, Dios actuando está dentro de cada uno y cada una. No hace falta ir fuera, ir lejos… está dentro de nosotros. Me lo he aplicado primero a mí misma, a todos las personas con que me iba encontrando… en la comunidad, en la calle, en el comedor… es más fácil reconocerlo en esas personas que te dan las gracias por algún detalle, por recibir la comida, una sonrisa… pero también está Él en esas otras que no te dicen nada, que te ignoran, que “pasan” de ti, que hasta te desprecian. Es más fácil encontrar a Dios cuando estás bien contigo misma, cuando te sientes valorada, querida… cuando la vida te sonríe… pero también está Él cuando sientes el miedo, tus limitaciones, cuando has errado, te sientes culpable, cuando no te valoras… y él no rechaza nada de lo que ha creado. Es una gran suerte.
Dios nos habita. Lo ha dicho Él mismo. Es cuestión de mirar bien, de fe, pero también de esperanza y de fuerza. ¡ay Dios!… hay Dios... ¿Y si fuera verdad? ¿dentro de mí? ¡dentro de mí! ¿Puede cambiar algo mi vida sabiéndome morada de Dios, su templo vivo? ¿Cambiaría mi valoración de los que me rodean, la mía misma? Dios en mí, Dios en mi familia, mi comunidad, mi grupo, mi trabajo… no hace falta que vayamos más lejos, para encontrarnos con Él. «¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?» (Dt 4, 7) Más cerca imposible.
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