Este misterio, María en su Inmaculada Concepción, nos impulsa a luchar contra el mal en cualquiera de sus formas y nos abre al gozo y a la esperanza.
María debe ser la gran "señal" en nuestro caminar. Amándola amamos al Señor y colaboramos con Ella en su función maternal sobre el pueblo de Dios.
(Cf Const nº 9)
Ea, pues, Madre mía... ¿Qué falta? ¿Queréis acaso un instrumento del que, valiéndoos, pongáis remedio a tantos males? Aquí tenéis uno. Que sea visible que sois vos la que obráis y no yo.
Ea, amorosa Madre, no perdamos tiempo, aquí me tenéis, disponed de mí; bien sabéis que soy todo vuestro.
Por tanto, Madre mía, desde ahora ya comienzo a hablar y gritar...
¡Oh María, madre y esperanza mía, consuelo de mi alma y objeto de mi amor! En ti he puesto toda mi confianza.
(Cf Aut Claret 156-162)
¡FELIZ FIESTA DE MARÍA INMACULADA! ¡Nuestra Madre y patrona!
¡Felicidades Claretianas!
Felicidades a quienes colaboran con Ella.
A quienes están dispuestos a hablar y gritar ante cualquier mal o injusticia.
A quienes permanecen a la espera de Jesús y su Palabra.
Felicidades a todos los que prefieren el gozo y la esperanza ¡siempre!
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