El día después de todas las cosas es muy importante... por el poso que deja el acontecimiento vivido... el gusto, el sabor... y el del día de ayer no puede ser mejor: día de Familia, de celebrar, de orar, de cantar, de agradecer, saludar y abrazar, conectar con tantos hermanos y hermanas de cerca y de lejos, vivos y difuntos, como los mártires recientemente beatificados, un ejemplo a seguir por todos nosotros.
¡Queda el agradecimiento!
¡Queda hoy, el día después, y cada día, la ilusión renovada por ser misioneras de Cristo, como Claret!
¡vamos siguiendo tus huellas gritando al mundo Dios es Amor!
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