"Todo el mundo te busca", dicen los apóstoles a Jesús, en el Evangelio de hoy.
Nosotras también. Le buscamos en la vida ordinaria, en los rostros de quienes nos cruzamos, con quienes convivimos, en los acontecimientos...
Le buscamos, abiertas a sus sorpresas.
Y dejamos que nos tienda su mano, como a la suegra de Pedro.
Que nos cure y nos levante.
Él, que participó de nuestra carne y sangre, puede entendernos bien. Y atendernos cuando más lo necesitamos, aunque no se lo pidamos...
Nos cura del miedo a la muerte, que es la peor enfermedad, nos libera de todo temor,
porque con Su Mano siempre dispuesta a agarrar la nuestra, se camina más seguras.
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